sábado, 14 de junio de 2014

El niño salvaje

(letra y música de Jaume Núñez Verdaguer)

Una vez,
en un lugar perdido,
 lugar de bosques,
de montes,
prados
y ríos,
vivía en el interior
de un árbol podrido,
el niño que corre desnudo
aunque haga frío.

Trece años viviendo
entre lobos y bestias
de oscuros deseos,
los pies desgastados,
el pelo rozando el suelo.
Sus dientes de perro salvaje
degollan el cuello
de otro cordero,
los ojos, envueltos en fuego,
lanzan miradas
que ciegan al cielo,
que queman las nubes,
que saltan los grillos,
que vuelan los cuervos
alrededor mío.

Y ríen las moscas,
tan negras y toscas,
tan negras y toscas.
Y al llegar la noche,
se camufla en el bosque...

Hace tiempo que me apareció
el bebé en la cuna
y cómo lloraba,
allá donde el sol termina.
Y era tan diferente
a todos aquellos
que surcan el cielo,
él era el dios que camina.
Sus padres lo debieron olvidar
un día maldito,
ni eran José ni María,
ni él era Cristo.
Sus ojos perdidos
en la oscuridad del bosque encantado,
ojos brillantes,
muertos de hambre,
el hambre del hombre sin sol.

Corre, salta, brinca, no descansa
el niño salvaje cruza por el bosque
como si fuera un ciclón.
Cada vez cazaba en la selva
el niño salvaje
siempre está alerta
en el bosque encantado,
en el bosque de Dios,
sus padres lo debieron olvidar
un día maldito,
ni eran José ni María,
ni él era Cristo.
Sus ojos perdidos
en la oscuridad del bosque encantado,
ojos brillantes,
muertos de hambre,
el hambre del hombre sin sol.

Y busca
y encuentra
y nunca falla,
un rinconcito dónde poder soñar.
No hay luna,
ni estrellas.
Una suave fragancia.
Descansa un poco
y se mete en un bidón.
Ni estudia,
ni nunca llega tarde a nada,
ni es responsable ni es pendón.
Ni fuma,
ni bebe,
y folla con las cabras,
no sabe qué es un culebrón.

Y cuando sueña en la ciudad
se pasea tan modosito,
con su traje de algodón.
Y las niñas,
tan guapas todas ellas,
enseguida se da cuenta,
no le prestan atención.
Y cuando habla
en la ciudad en la que sueñan,
nadie, nunca, nadie
escucha su canción.
Vuelve llorando a su casita
y desea
que este sueño acabe pronto,
¡pura trampa de cartón!

Despierta,
se encuentra
hablando con las piedras.
Los lobos,
se acercan.
Serpientes rodean
al niño de la selva,
se acaba
el tiempo,
¡de la inútil reflexión!
¡Siempre tan solo!
¡Destino, maldición!
¡Siempre tan libre!
¡Destino, maldición!
¡Siempre tan solo!
¡Destino maldición!
¡Siempre tan, tan, tan, tan, tan,
racatán, tan, tan, tan, tan!
¡Destino, destino!
¡Destino maldición!
¡Destino, destino!
¡Destino maldición!



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