lunes, 28 de septiembre de 2015

El Señor de las Rabietas


Jauriume ataca de nuevo



Todo era tranquilidad en el castillo de la Condesa de Chilangolandia. Nada parecía alterar la paz de la comarca. Jauriume el Terrible no daba señales de vida, vaya ni siquiera las mandaba de humo, o sea que ya no la había hecho de pedo.
Como en el Reino de Facebook las noticias corren pronto, se supo que dos personas emigraron en silencio.




Efectivamente, Jauriume Borlote Merolico no se conforma. Muy pronto demuestra sus deseos de venganza, pero  detrás de las murallas del Condado de Chilangolandia, la condesa ya tiene apostado a todo su ejército.
Según él, prepara su ataque. La estabilidad emocional que atrae la meditación brilla por su ausencia. El veganismo compartido con Mi Cachuchita la Hueca también sirve para puras vergüenzas. Ni qué decir de la férrea disciplina pránica.
Jauriume no sabe si volverse fakir o sentirse un clon de Childerico o un émulo de Carlomagno. Sólo acierta a proferir amenazas bajo la creencia de que el triste recuerdo de Don Gachupas del Palote  y sus Bodas de Pacotilla está, en su fuero interno, superado.

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