martes, 6 de agosto de 2013

Cuando leí su nombre por primera vez

Le había salido del moño, como a cualquiera podría saliros del corazón, empezar con una cita de Salvador Borrego E. Historiador mexicano que ha escrito muchos libros, entre ellos uno que se llama "SigloXXI, Revolución en Marcha".

Todavía no "le tocaba los cojones" que este tío fuera de la misma nacionalidad que yo; aún no habíamos tenido el pleito que lo llevó a la conclusión de que no estoy bien de la cabeza. Leí, por tanto, un fragmento del capítulo IX:


"Cambiar conciencias por dentro

"Una revolución recorre el mundo, aunque no se identifica como tal. Es descendiente directa de la Revolución Francesa y de la Revolución Mundial Comunista, pero se cuida de que no se le vincule con ellas porque ambas fracasaron en sus metas supremas, aunque dejaron fuerzas trabajando en su favor.

"Ambas cometieron graves errores. La de Francia reveló por primera vez, que buscaba el dominio universal y la muerte de la Era Cristiana. Para lograrlo confió en el terror de la guillotina, y sin preverlo, facilitó que Napoleón le cerrara el camino.



"La Revolucion Mundial Comunista, de Lennin y Stalin, volvió a revelar su meta universal. Marx y Engels fueron tan indiscretos que anunciaron: 'Un fantasma recorre Europa; el fantasma del Comunismo', y lo anunciaron desde 1848, a 70 años de que el fantasma pudiera encarnarse en la URSS. Para redondear su error, también anunciaron que acabarían con la religión, 'opio del pueblo'.

"Ahora, en el siglo XXI, la Revolución que recorre el mundo ha aprendido varias lecciones. Una, no revelar prematuramente sus planes. Otra, no confiarlo todo al instrumento del terror. La guillotina y los campos de concentración dan inicialmente un poder casi omnímodo, pero no definitivo.

"Lo importante -ahora ya se realiza- es influir en el interior de las conciencias. Cambiar a los pueblos 'por dentro' de ellos mismos."


Su publicación en Facebook me gustó, la señalé. La cita estaba bien hecha y venía al caso en un grupo que habla de conspiraciones. Me pareció un pensador certero, valiente y profundo. Poco a poco, se fue desdibujando esa imagen.

Mi ex amigo es uno más de esos miles influenciados por la idea del noble salvaje, una hermosa fantasía que nació en la época de Rousseau, que Rudyard Kipling y Edgar Rice Burroughs ayudaron a enriquecer, pero, ¡vamos! Si en la Francia del siglo XVIII se veían cabezas rodando por la calle como si fueran balones de football, ¿qué otra cosa podía inventarse la gente para tener una escapatoria y llevar la fiesta en paz?







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