Cuando dejé el ejército, comencé a
trabajar de taxista. Mis primeros clientes fueron Santa María
Arrastrada, Mi Cachuchita la Hue K y Jauriume Borlote Merolico.
Pidieron un taxi a la salida de un bar. En la marquesina se leía:
Chorrogésimo Aniversario de Espiritualidad Tergiversal.
La verdad es que los tres estaban bien
colocados, así que cuando entraron en el coche, al momento de
encender el motor, lo apagué y dije: "Llegamos". Santa
María Arrastrada me pagó, Mi Cachuchita me dio las gracias, pero el
Jauriume, ¡casi me arranca la cabeza de la ostia que me dio!
Me sorprendí, pensé que se había dado cuenta del engaño, así que le pregunté:
-¿Por qué me ha pegao?
-¡P'a que no corras tanto, hijoputa,
que casi nos matamos!
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